Volcán Incahuasi 6638m (Música propia)

Ascenso al volcán Incahuasi (6638msnm), décima montaña más alta de América, limítrofe entre Argentina y Chile. Aclimatando en el volcán «Dos conos Este» (5905m), de Catamarca, y realizando el primer ascenso deportivo al cerro «Tostado negro» (4760m), en la misma provincia. Expedición realizada en enero de 2019 junto a Iván Nieva, Guillaume Ceyrac y Carlos Montero. La música utilizada en el video es de autoría propia, la compuse y grabé en mi estudio casero y portátil. Pueden escucharla en Spotify o Youtube. ¡Espero la disfruten! Las fotos y videos utilizados fueron tomados por mí y Guillaume Ceyrac.

El volcán Incahuasi es una de las montañas más hermosas de Argentina. Se encuentra en la puna de Catamarca y limita con Chile. Con una altura de 6.638 metros, es la décima montaña más alta de América.

Montaña Sagrada & Rutas de Ascenso

 Su nombre en quechua significa «casa del inca» y es una de las cuatro montañas de más de seis mil quinientos metros que posee restos arqueológicos incas, junto con Llullaillaco, Mercedario y Aconcagua. A lo largo de toda la montaña se pueden apreciar los restos de los incas, incluso en su cumbre, donde hallaron dentro de un pircado una estatuilla antropomorfa y una chuspa con coca que hoy se pueden ver en el Museo de Fiambalá.

La ruta normal de ascenso comienza desde los 4.300 metros de altura.  Luego se monta el campo 1 a 5000 metros, donde nunca hay agua ni nieve para derretir, y hay que llevarla. Finalmente se monta un campo 2 a casi 5.700 metros donde sí hay agua. El día de cumbre es duro, se sube por una cara empinada que termina en el altiplano a 6.400 metros de altura. Desde el altiplano hasta la cumbre, el camino es menos empinado pero constante. Antes de la cumbre, hay un nevero que puede requerir crampones. Otra ruta de ascenso es la llamada arqueológica, ya que por allí subieron los incas. Se pueden ver los picados donde los incas hacían noche. Dentro de uno de esos picados, se encontró una cabra o un chivo. ¿Cómo pudo llegar esta cabra hasta allí? Sin duda, no es incaica, ya que este animal fue introducido después de la época de los incas, por los españoles. 

Primeros ascensos

El primer ascenso al volcán lo realizaron pioneros en la escalada de seismiles y en alta montaña. Los incas ascendieron hace 500 años. El segundo ascenso lo realizó en 1913 el geólogo y explorador alemán Walter Penck en solitario, apenas cuatro días después de escalar el vecino volcán San Francisco, que también ascendió en solitario, haciendo el primer ascenso moderno de ambos volcanes. El tercer ascenso, y el primero por argentinos, fue realizado por el matrimonio Eduardo Nuciforo y Ana Barco en 1959. 

Exploración y primer intento al Incahuasi

En octubre de 2018, Marcelo Scannu me invitó a explorar la zona donde supuestamente había un ascenso de 4.100 metros, el Tostado Negro. Invité a un desconocido que conocía en redes, Iván Nieva. Luego nos convertiríamos en buenos compañeros de montaña. El Tostado Negro es la montaña más alta del Valle de Chasquilville. Aquella vez no pudimos alcanzar la cumbre del Tostado Negro, así que fuimos a intentar el Incahuasi, y tampoco lo conseguimos. En la bajada nos esperaba el Vasco, la persona que más veces había subido al Incahuasi, con un tremendo cargamento de lentejas. En aquel momento, en el refugio de vialidad, me reí con Javier Calamaro y ahí me olvidé de mi guitarra. Tendría que volver por ella muy pronto, es decir, tres meses después. 

Segundo intento al incahuasi

Tres meses después del intento con Iván, se formó una expedición con cuatro integrantes. El plan era ambicioso, aclimatando haciendo el primer ascenso deportivo al Tostado Negro, luego subir al volcán Dos Conos Este, de casi 6.000 metros, y finalmente subir el Incahuasi.

Ascenso al Tostado Negro

El 2 de enero del 2019, partí solo con la Duster desde Firmat hasta Fiambalá, 1.100 kilómetros escuchando música. La Duster, que no es 4×4, sería el vehículo crucial de la expedición. Este cerro poco conocido, escondido en las montañas, apenas visible desde la ruta, es el más alto del Valle de Chaschuil. Marcelo Scannu nos había apuntado que podía ser virgen. Yo estudié una posible ruta de ascenso por Google Earth, la tracé a mano y cargué el track en el GPS. Fue la ruta que acertadamente nos llevó a la cumbre. Nos aproximamos en la Duster, y cuando ya no se pudo seguir, caminamos hasta un puesto a 3.500 metros. Al día siguiente, nos esperaba una larga caminata por una quebrada desconocida que nos llevaría hasta la falda del Tostado Negro. En la cumbre, encontramos una gran apacheta, que no sabemos si es incaica o moderna. Dejamos la pregunta abierta. Tiempo después, supimos que este cerro fue ascendido una sola vez por el Instituto Geográfico Militar hace 70 años. El nuestro fue el primer ascenso deportivo, y así consta en el libro «Alta Catamarca» de Guillermo Almaraz. 

El día de la cumbre, recorrimos 1.300 metros de desnivel y casi 30 kilómetros de ida y vuelta. 

Ascenso al Volcán Dos Conos Este

Dormimos en el Paso de San Francisco, a 4.770 metros de altura. Por la madrugada, partimos hacia el volcán Dos Conos Este. El camino le pedía mucho a la Duster, a pesar

de llevar a cuatro hombres con sus mochilas. La Duster llegó hasta casi 5.000 metros, una verdadera hazaña y su récord de altura.

A metros de la cumbre, muy cerca, a muy pocos metros de la cumbre, hicimos una pausa. Un punto rojo, no sé si era Iván o Carlos, se detuvo ahí durante 20 minutos. Sólo en la cumbre, éramos cuatro individuos subiendo, cada uno a su ritmo, cuatro solitarios que se unieron más como un grupo de montaña que como un grupo unido. Era un puñado de solitarios compartiendo montañas.

Llegó Guillaume y después Iván.

Ya llevaba una hora en la cumbre, pasando frío. Decidimos esperar a Carlos unos 20 minutos más, pero no apareció. Así que decidimos bajar.

Fue una sorpresa ver a Carlos muy cerca de la cumbre, dándolo todo, a paso lento pero constante. ¿Qué hicimos? Decidió seguir bajando porque se estaba congelando. Iván y yo decidimos acompañar a Carlos hasta la cumbre. A pan y queso, en 20

minutos, llegamos a la cumbre. En total, estuve dos horas y pico en esa cumbre ventosa, a casi 6.000 metros de altura, pasando frío. La bajada fue lenta, se nos hizo de noche, y no podíamos encontrar el vehículo. Cuando llegamos, Guillaume estaba congelándose al lado de la Duster. No habíamos coordinado para darle la llave. Por suerte, todo salió bien, aunque tuvimos varios sustos. 

Ascenso al Incahuasi

Pero en el camino, hubo un percance. El auto de Carlos se rompió. Nadie pasaba por allí. Cansados de esperar, bajamos al río para conseguir agua para el radiador, y Santo Remedio también ayudó. Gauchito Gil estaba justo enfrente, observando toda la escena.

Cargamos las mochilas con agua para el campo 1, a 5.000 metros de altura, donde no hay nieve para derretir. Cada uno llevaba su carpa, es decir, cuatro carpas para cuatro alpinistas, y cada uno llevaba sus 4 litros de agua. Mi mochila pesaba más de 25 kilos. Hoy, ando mucho más ligero, pero esto fue hace 5 años. Al día siguiente, Carlos se sintió mal debido a un problema en una muela y decidió bajar.

La subida al campo 2 es exigente, con casi 700 metros de desnivel y una molesta arena de ceniza volcánica.

Y Guillaume, que ya conocía el volcán, propuso subir por una ruta más al sur del canal normal. Al día siguiente, él lideró el ascenso, el mismo francés que no había podido llegar a la cumbre del Tostado Negro y que vomitó en la cumbre del Dos Conos Este. Ahora, nos costaba seguirlo. Claramente, había completado su aclimatación. 

Era necesario usar crampones para el último nevé. Nosotros no los llevábamos y optamos por un recorrido más lateral.

En el último tramo, Guillaume ayudó a subir a la cima, en la parte un poco más técnica. Hicimos una pausa aquí debido a la posible caída de piedras. Después de una jornada dura, a punto de llenar un poco de aire. El aire se siente duro, pero ya estamos.

La cumbre de Incahuasi. Un día me tocó. Ese día no hay viento, simplemente hay una brisa. La verdad es que todo me fue muy bien. Fue una belleza. 

Al otro día, durante la bajada, mi bastón se rompió. Sentí que tenía que dejarlo allí, a modo de mojón de cumbre. En la canaleta de acarreo empinado, en algunos tramos, bajamos sentados de culo, en un momento peligroso. Pude escuchar la voz de mi madre llamándome varias veces, en un tono tranquilo. No había señales de alarma. Otras veces, escuchaba voces o ruidos en la altura, cuando estaba cansado. Me divertían estas pequeñas alucinaciones auditivas. En el Aconcagua, escuchaba ruido a bar y gente hablando. Ponete escuchaba ladrido de mi perro, Fuzer. Siempre ocurre cuando estoy fatigado. 

Al día siguiente, volví solo hasta Firmat, recorriendo nuevamente los 1.100 kilómetros escuchando música. Siempre pienso que la montaña da y también quita. A veces, te da la cumbre, pero siempre espera algo a cambio. No solo tu esfuerzo, sino también un precio que viene después de la cumbre. En el camino de regreso, me robaron el celular con fotos y un video llegando la cumbre. No pude recuperarlo. Incahuasi me cobró un bastón y un celular con un hermoso material audiovisual. La lección es que nada te pertenece. Incahuasi es un volcán fascinante, una montaña sagrada elegida por los incas para ser ofrendada, seguramente debido a su altura y su gran belleza, mucho mayor que la de sus volcanes vecinos. Me pregunto si habrá algún niño dormido en su cumbre. Ojalá que esta pregunta nunca se responda.

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