Introducción
En algún momento del siglo XV los Inkas ingresaron al actual territorio del Noroeste
Argentino. En su proceso de expansión territorial provocaron fuertes cambios en la
estructuración espacial y social de las poblaciones locales preexistentes, donde el sistema
de caminos jugó un papel de suma importancia, tanto material como simbólica.
En el presente trabajo damos a conocer un caso concreto de esta naturaleza, cuyas
consecuencias ocasionaron el colapso del floreciente poblado de Tastil, localizado en la
cuenca de la Quebrada del Toro, caracterizado por una compleja organización social e
integrado por poblaciones satélites y miles de habitantes.
Como estrategia de dominación y desarticulación socio-espacial, los Inkas trazaron y
construyeron nuevos caminos, los cuales unían una serie de sitios que estuvieron en función
de las actividades productivas y nuevos centros administrativos. El tramo estudiado con
mayor profundidad supera los 100 km de longitud y en él es observamos caminos
relacionados, por un lado, con los sitios mineros y ganaderos y por otro, con los campos de
cultivo, postas y poblados. Asimismo, el registro arqueológico evidencia la existencia de
construcciones destinadas al control territorial, ubicadas en lugares altos, desde donde se
podía observar y controlar todo el movimiento en los caminos y lugares asociados. Este
hecho que nos hace inferir que el proceso de dominación de los Inkas en la región no fue
pacífico ni plenamente aceptado. En este contexto, el camino se transformó en un símbolo
del poder y el dominio de los Inkas, como también en la evidencia material de un proceso
de re-territorialización que hoy analizamos desde la arqueología del paisaje.
Fuente original: Academia.edu